Recuerdos. Si nos dedicamos y ponemos más atención, recordar es una acción para evocar el pasado. Tristes o alegres. Siempre están con nuestros pensamientos para, justamente, mostrarnos lo que hemos vivido y cómo algunas cosas siguen pasando.
En las casas donde he tenido la fortuna de vivir siempre hubo árboles, frutos, flores y por supuesto, aves. Mi madre que cuidaba sus plantas sin mucho esfuerzo, me mostraba un arcoiris que siempre causó impresión en mí. Al regarlas había una suerte juego cuando se descomponía la luz del sol en el agua de la manguera y ahí nacían los colores.
Actualmente he tratado de cuidar plantas y eso ha derivado en ensayos fotográficos y en la creación de nuevas rutinas dentro de la casa. No hay despertar sin revisar cómo amanecieron las plántulas, y cómo van las que están más grandes.
Ahora el que riega las matas soy yo y sigo jugando a descomponer la luz con el agua mientras tengo una visitante de color amarillo y negro, que con mucha confianza llega hasta donde cae el agua y se restriega en las hojas húmedas del Nazareno (Peltogyne purpurea), y bebe el agua que gotea en el árbol de icaco (Chrysobalanus icaco).
Si hubiera planificado regar las matas para atraer aves y hacerles fotografías, no hubiera quedado tan perfecto el plan. Pero la naturaleza es sabia. Hoy salí a regar las matas y saqué la cámara, la Reinita (Coereba flaveola) detectó que eran los mismos humanos, pero había algo extraño y eso bastó para no bajar hasta el Nazareno y quedarse en la Malagueta.
Creo que la fotografía y la naturaleza tienen esos juegos para enseñarnos a valorar las pequeñas cosas que hacen de la vida algo grande y verdaderamente hermoso. Cuando no puedas hacer la foto porque realmente estás viviendo intensamente el momento, guárdala en el soporte de tus recuerdos.