Hago fotografías de lo que pienso Valencia-Venezuela.



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Taller eperimentar y errar Freisy González Portales

La fotografía que nos lleva: experimental

El ojo humano puede distinguir aproximadamente 10 millones de colores.

El número de combinaciones debería multiplicar esa cantidad. Esto pudiese dar un estimado del número de posibilidades para realizar si nos lo proponemos.

10 millones de narrativas visuales relacionadas cada una a un color. ¿Por qué limitarnos a un par?

De pequeños, la mayoría logramos armar un collage. En el colegio rellené mapas de Venezuela con pelotitas de papel crepé y pega; construí máscaras, fui Nino Jesús y soldado romano, canté gaitas; y si la maestra decía “dibujo libre”, era una buena noticia. Fuimos artistas desde pequeños, ¿por qué dejamos de serlo ? 

El taller de Freisy González propuso un viaje y vaya si lo logró. Fue una de las experiencias creativas más intensas que he vivido. Llegué a lugares de mi existencia a los que normalmente no visito, básicamente por miedo, y ese camino estuvo lleno de tijeras, pega, colores, historia, arte, referentes y construcción de discurso con una libertad tan amplia que daba forma a un círculo creativo nuevo: una atmósfera inexplorada.

Rompí ataduras, viejos conceptos, conocí artistas; en mi cara explotó un sinfín de posibilidades para nuevos proyectos. La fotografía es un vehículo para cuestionarme, para redescubrirme en procesos que creía perdidos o que al menos no tenía idea que podían funcionar para seguir creciendo. Sin cielo como límite y sin suelo que nos sostenga, flotamos en el experimento, en el error como virtud.

Ya sabemos a dónde nos llevan los pensamientos únicos. Masticar nuestro contexto para traducirlo en imágenes pasa por comprender que cuando decimos que no hay fórmulas creativas, es que tampoco hay formuladores y formadores sin errores, que los absolutismos son una condena que ningún artista debería pagar.