Intentar definir el alma de las personas es una tarea con un sin fin de variantes y conceptos que probablemente no le alcance a la humanidad su existencia para encontrarlo. Cuando un pueblo parece despertar y tener vida entonces lo escuchamos hablar a través de las pichaguas – taparas pequeñas llenas de capachos- y la guitarra constante, dominada por una mandolina que va dictando las pulsaciones del corazón del pueblo de Canoabo.
Almas danzantes es un trabajo cargado de surrealismo, enlazado a elementos pictóricos que pueden llevar al espectador a escenarios oníricos.